domingo, 1 de abril de 2018

El bastón de tu vida

Soy un hombre de reyes,
un siervo para tus masajes,
un don nadie que te sirve en plato
todos los besos que te entregue.
Soy un eunuco en tu custodia,
un conde sin tierras
por habértelas regalado
entre poemas y eróticos placeres.
Me llamas súbdito,
me tomas por tu lacayo,
entre sábanas soy tu señor,
el que siempre te obedece.
Mi propietaria, mi amor,
la dueña de mi eternidad,
soy el dios de tu corazón,
que al mirarte, pierde todos sus poderes.
Trátame bien y mal,
como a cualquier objeto,
como una pelota de fútbol
o el muñeco con el que juegues.
Soy el orgullo de tus diarios,
esos que escondes en tu alma;
seré la letra que te falta
y la historia que tú me ordenes.
Soy un lápiz para tus sueños,
la tinta suave de tus cuadernos,
el dulce tacto de tus carpetas,
o lo que guardas en tus portapapeles.
Soy la línea que no hallas,
el olvido, el material desorganizado
que prestas en tu mesa:
en ella seré tu estudio adolescente.
Busca en mí lo que más deseas,
el cuerpo que te abrace,
la llamada que te desespera,
tu día presente.
Soy el amo de tus pies,
el camino que siempre has querido,
el carruaje que nunca has tenido,
la sagrada joya que vive en tu vientre.
Soy un soldado de guerra,
un cabo para tus instrucciones,
el arma de tu mano,
el disparo mágico de nuestra fiebre.
Soy la empuñadura de tu vida,
el escudo que cubre tus necesidades,
la medalla que te condecora,
la armadura que siempre te protege.
Soy una bandeja de plata
donde encontrarás amor y más amor,
ensaladas, frutas y carnes,
para ti soy esa gran delicatessen.
Soy un perro, una mascota,
un maestro para tus tareas,
un hombre entregado a ti,
un caballo, y tú, mi jinete.
Soy la lanza que porta el universo,
tus manos la moldearán
a eso que ambos llamamos:
amor perfecto e imponente.
Pero lo que más soy
es un bastón mágico,
con él sostengo tu sonrisa:
la felicidad que siempre te mereces.

© 2018 Elías Enrique Viqueira Lasprilla (Eterno).
España.

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