martes, 21 de junio de 2016

Relatos

Festines:


Letras cohibidas que no se pueden decir tan a la ligera cuando un bosque estremece de terror con un viento murmurando: "nada".


¿Qué sonido hace la felicidad? No lo sé, pero cuando uno se enamora, parece que hace ruidos de sonrisas. Como la tuya ahora mismo.


Mares seduciendo piernas sedosas de tela erótica. Recorrer la piel con una palma chorreante de fogosidad compasiva, alcanzando un vientre donde los mejores halagos hacen un eco de diamante inmortal. Energía de la Luz.


Mitos y ritos no son lo mismo. El primero huele a perdición en tu alimentación voluptuosa, y el segundo: selva suculenta en un banquete puesto en tu hermoso pecho.


Devorar gargantas de azúcar para terminar con un postre ilimitado de besos. Increíbles proteínas.


Insaciable vitamina eterna.



Un fragmento de la historia de Némesis:

(Historia complementaria a la saga Eterno).

https://www.youtube.com/watch?v=jpNgrYD_UVI
De la saga Eterno, no podía estar más contento de este momento. Escuchadlo con la música mientras lo leéis. Ya veréis qué impacto.
En los baluartes de la estación robótica, al frente de batalla de casi dos millones de soldados, Némesis estaba preparada para su venganza. Ella sola contra un mundo.
Una luz divina engendraba en la Eona Némesis el poder de la Celestial Oscuridad.
Conjuró el Juicio Final en su mano izquierda y el Apocalipsis en su derecha.
---Malditos demonios, pagaréis la deshonra que le habéis provocado a mi marido. ---La Eona invocó su fiel arma negra: Talbithal---. ¡Os voy a masacrar a todos, monstruos! ---Y entró en acción con la mirada de una fauna inimaginable de fieras.
Una horda tremenda de titanes mecánicos, infiernos andantes, bestias armadas hasta los dientes y un millón más de soldados hostiles envidiaban amenazas contra Némesis.
Ella era la Eona de la Furia Negra: la Vida Paralela al Bien.
Sus primeros ataques reventaron la tierra en una onda expansiva.
---¡No permitiré más daño a mi familia! ¡Por el valor de mi estirpe, os devastaré aqui y ahora! ---expulsó un trono brutal con su cuádruple voz de campeona imparable.
Un grupo de miles de soldados fueron aniquilados por dos rayos láseres de las armas de Némesis, mientras otros tantos fueron sepultados por una extensión salvaje de sus diez alas.
---¡Apartaos de mi camino! ¡Devolvedme a mi marido! ¡Quiero a mi marido! ¡Es mío!
No tenía límites su fuerza de Eón.
Los descuartizados entes y colosos de varios metros de altura robótica quedaban anegados detrás de la campeona.
Otro grupo bien organizado atentó contra las seis alas izquierdas de Némesis para frenarle la velocidad intocable, pero era imposible.
---¡Malditos insolentes! ¡No valéis nada! ¡Ofendéis mi vista!
Lanzó una ráfaga curvada y eléctrica de su espadón Talbithal para arrollar a las corazas flotantes con ojos; eran tótems que surgían de la nada para intentar acabar con la heroína, pero sufrían sin piedad.
Una ametralladora de tajos de Talbithal pulverizó monumentales seres que deseaban zamparse la luz de Némesis.
---¡No tenéis valor para enfrentaros a un Eón como yo! ¡No sabéis lo que es vivir de verdad! ¡No sabéis lo que es un ser humano y su potencial! ¡Yo soy el Origen del Universo! ¡Yo soy la naturaleza de cualquier imperio! ¡Yo soy la furia de todo Armagedón! ¡Yo soy un corazón invulnerable! ¡Soy humana con el vigor de un dios! ¡Soy Evolución!
Némesis era realmente sorprendente. Era la ascensión de su cuerpo humano.
Alzó más vuelo para traspasar en una flecha única a cuarenta gigantes y máquinas navales que le disparaban a batalla sin tiempo.
Némesis tuvo que defenderse por un momento pero esparció sus protecciones a modo de nuevos ataques, dando diana.
Era única en su especie.
El ejército era numeroso para Némesis. Casi los dos millones de soldados contra una sola. Sin embargo, el omnipoder Eón era intachable. No obstante, tenía grandes rivales.
Némesis frenó en seco su avance.
---No... ¡No! ¡Sabía que estábais vosotros detrás del secuestro de mi marido! ¡Traidores! ---Se paralizó Némesis al ver a los dos Eones de su maldita infancia.
---Hola, Némesis. ¿Te acuerdas de esto? ---Uno de ellos le enseñó una burla muy reconocida.
Némesis lanzó un grito apagado de odio.
---¡Cánceres de la Vida! ¡Ha llegado la hora de poner punto y final a vuestra existencia! ¡No va a quedar nada de vosotros! ¡NADA!
Némesis no tenía límites a tanto entrenamiento durante mil años de soledad. Ahora era una auténtica Eona de la Vida Negra.
La esposa de la Luz.
Hasta Lucifer temblaría ante ella. Sufriría enormes palizas y quedaría inflado de puñetazos.
Listos para el combate triple, uno de los Eones corruptos atacó primero a Némesis, pero ésta lo frenó con un placaje monumental lanzándolo contra un muro de robots enemigos.
El otro contrincante arremetía con furia desmedida contra Némesis, quien se defendía a velocidad prácticamente insoportable de seguir por el ojo humano.
Estampidas de energía, láseres por cada lugar, agilidades y omnipotencias expulsadas sin misericordia, puños y golpes a fuego cruzado, además de rayos apocalípticos, todo eso y más era lo que mayor destacaba de la batalla.
Némesis rompía toda la coraza multiarmada de su enemigo.
---¡Soy Sangre de la Humanidad! ¡Soy Salvación y pura vitalidad! ¡Te sellaré el corazón con mis manos! ---Némesis abrió su casco y desalojó un conglomerado de láseres azules de su inmencionable rostro de dios Eón.
Sacrificó gran energía pero fue valiente. No obstante, no era victoria.
Las acometidas de los dos Eones contra Némesis, ahora reagrupados, eran inmejorables.
Némesis guardaba una monstruosidad de poderío en su defensa y ofensiva que era capaz de mantener el ritmo aunque pasaran cien años.
Y así los minutos perduraban combatiendo ella contra la Oscuridad, siendo Némesis el Renacimiento del Mal por mano de su marido, quien la salvó de las bocas del Abismo.
Era una Eona envuelta por la Luz del Valor.
Cada choque de armas y demoliciones que se causaban los luchadores restallaban por todo el lugar, derrumbándose la estación robótica rápidamente.
Némesis expulsó unas explosiones contra ambos enemigos para restablecerse sus auras de energía y continuar, sin embargo fue abatida por un rayo.
---¡Se acabó, Némesis! ---rugió uno de los dos.
---¡Amor mío! ---se escuchó la voz de alguien secreto.
---¡Tú! ---Uno de los hostiles estaba pálido---. ¡No puede ser!
Era el marido de Némesis.
El campeón desenfundó sus armas cual Eón renovado.
---¡Cómo has escapado! ---Uno de los malvados Eones quedó fuera de sí de sorpresa.
---¡Vuestra eternidad es mía! ¡He devastado miles de vuestra especie y ahora no será lo mismo! ---La voz del marido de Némesis era Dios---. ¡En guardia!
La nueva batalla por la victoria.
El marido de Némesis se llevó por delante a los dos y comenzó a repartir venganzas contra ellos arrancándoles las corazas hasta topar carne fresca de Eón.
Fueron asesinados sin piedad.
Cuando Némesis se recuperó del golpe fatal, observó algo inédito al ver por el rabillo del ojo que su marido estaba sano y salvo.
En el centro de la estación, amanecía lo inesperado.
Ahora, Némesis y Duraltal, su marido, estaban en peligro.
Delante de ellos estaba el final de ambos. Y no tenían todavía el poder de enfrentarse contra él.
Némesis se juntó con su marido, miraron al nuevo enemigo y prepararon armas.
---Por el Valor, cariño mío ---dijo Duraltal.
---Por el Valor, el Amor y la Victoria ---condecoró Némesis.
Sin embargo, Némesis comenzaba a sentir algo...
© 2016 Elías Enrique Viqueira Lasprilla.
Si deseas seguir leyendo más sobre la historia de Némesis y su estigma de Eón, adéntrate a la saga Eterno.
www.facebook.com/sagaeterno
-La imagen de la música no corresponde con la historia, por si acaso os imagináis que es eso-.

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