martes, 11 de octubre de 2016

Santa Avaricia

Laguna intrépida que viaja por los mares más escandalosos de los orgasmos incrédulas del cuerpo insaciable de una mujer restallando las yeguas celosas más maravillosas del hombre voraz. La ferocidad con la que encandilaba las velas diurnas de su invisible noche, el sudor que correspondía a melodías devotas, se volvía fuego demencial.
La locura irremediable de una fémina extasiada con los clímax multiplicados por cuarenta legiones románticas que su amado corazón le provocaba, terminaba hecha fundición volcánica.
Dulce o salado, sus transpiraciones brotaban del ser como savia vírica por los labios más sensuales que un diablo no desearía tocar jamás, o pecaría de santo lascivo.
La seducción en su máximo esplendor.

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